domingo, 10 de marzo de 2013

REFLEXIONES 1ro.



Mi hermano el músico

Un carpintero tenía un hermano que era un músico famoso. Cuando su hermano vino de visita a la compañía constructora donde trabajaba, el capataz le dijo:

-Debe estar orgulloso de tener un hermano que el mundo entero conoce por su música.

Luego, sintiendo que quizá había menospreciado a su empleado, agregó con torpeza:

-Por supuesto, no todos en la familia pueden tener el mismo talento.
-Usted tiene razón. Mi hermano no sabe nada acerca de construir una casa. Tiene la suerte de poder contratar a otros para que le construyan la suya.
El músico afirmó y agregó:

-Tanto mi hermano como yo trabajamos con las manos. Yo sostengo un instrumento musical en las mías y él un martillo en las suyas.

No todos tenemos el llamado a transitar a través de la vida por los mismos caminos. Si así fuera, ¡no cabe duda que veríamos muy concurrido nuestro camino!

Booker T.Washington escribió en el libro Desde la Esclavitud: Hay tanta dignidad en labrar el campo como en escribir un poema. La dignidad reside en el corazón y en la actitud del hombre, no en la descripción de su trabajo.
Todo llamado es grande si se persigue tenazmente.



LA ROSA Y EL SAPO

Había una vez una rosa roja muy hermosa y bella. Que maravilla al saber que era la rosa más bella del  jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos.

Un día se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordeno al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Esta bien, si así lo quieres. Poco tiempo después el sapo paso por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces: Vaya que te ves muy mal. ¿Que te paso? La rosa contesto Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual. El sapo solo contesto, Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.

Moraleja:

Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos mas que ellos, mas bellos o simplemente que no nos "sirven" para nada. Dios no hace a nadie para que este sobrando en este mundo, todos tenemos algo especial que hacer, algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera estemos conscientes.
 




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